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La clave histórica para entender lo de Ucrania.

Sí miramos a Ucrania en el mapa completo del supercontinente euroasiático, nos daremos cuenta que ese país se ubica al centro. De arriba abajo, en el extremo norteño están las zonas árticas de Rusia, con Ucrania en el centro y a la península arábiga en el extremo Sur. De este a oeste aparece España en el extremo poniente, con Japón o a China en el extremo Oriental y Ucrania siempre en el centro.

A lo largo de la historia e incluso de la prehistoria queda de manifiesto que Ucrania es paso obligado. Se cree que ahí se gesto la primera cultura indoeuropea, de la cual habrían de surgir los antepasados de los romanos, los germánicos, los eslavos o los hidnúes. En efecto, la cultura de Kurgan estuvo relacionada con la domesticación del caballo ocurrida hace aproximadamente 6000 años y que fue importantísima para la supremacía de los indoeuropeos en el mundo. Es indudable que si el caballo no se hubiese extinguido en América, nuestras civilizaciones indígenas habrían estado a la par de sus contrapartes europeas en su tecnología de transporte y de guerra.

En una etapa posterior, Ucrania habría de convertirse no solo en la cuna de los indoeuropeos sino en la cuna de los pueblos eslavos que tienen su origen histórico en ese país. Ucrania fue la primera Rusia. Los primeros principados ortodoxos cruciales para la conformación de la identidad rusa se gestaron precisamente en Ucrania. Y la creación del imperio ruso a cargo de los conquistadores vikingos de Rurik no habría tenido el mismo sentido sin la cultura eslava y ortodoxa qué se gesto en Ucrania.

Los eslavos y sus subdivisiones y una comparación

Los eslavos eran un solo pueblo que se dividió en tres grandes grupos lingüísticos. Los eslavos del Sur (búlgaros y yugoslavos) están geográficamente separados de sus primos por la presencia de dos naciones no eslavas, qué son Rumanía y Hungría.

En cambio, los eslavos orientales, que tienen como su cultura dominante a la Rusia ortodoxa, no están divididos de los eslavos occidentales y católicos por una verdadera frontera sino a través de un gradiente ubicado precisamente en Ucrania y Bielorrusia.

En efecto, fue la llegada de los mongoles, qué tuvieron cómo pasó obligado a Ucrania, la que forzó a los eslavos a buscar alianzas para combatir a ese brutal enemigo. Los eslavos occidentales, evangelizados también conforme al Rito bizantino ortodoxo, tuvieron que trabar alianzas con los germanos católicos, dando pie así a uno de los estados más desconocidos e interesantes de la antigüedad reciente, cómo fue la Confederación Polonia-Lituania. Para tal efecto, los polacos, los checos y los eslovacos terminarían adoptando el rito católico de los germanos e identificándose como “naciones occidentales”. Ucrania y Bielorrusia quedarían desde entonces como regiones intermedias, muy abiertas a la prosperidad educativa y cultural del catolicismo europeo, pero muy apegadas al rito eslavo ortodoxo de Rusia.

Esto quiere decir que los mapas actuales que presentan a Ucrania dentro de los eslavos orientales absolutamente dominados por la cultura ortodoxa rusa, son un tanto engañosos.

Ni el ucraniano ni el bielorruso son dialectos del ruso sino lenguas intermedias entre el ruso y las lenguas eslavas occidentales como el polaco o el eslovaco.

Originalmente, dichas lenguas no eran percibidas como pertenecientes a una nacionalidad sino a una región. De ahí que estos eslavos intermedios fuesen llamados rutenos (rusos viejos) o subcarpaticos (gente que vive abajo de los cárpatos). El término “ruso viejo” hace referencia entonces a la Rusia original, a la más antigua. ubicada en Ucrania.

Entender a los eslavos como un conjunto de pueblos relacionados sin fronteras culturales exactas es complicado porque entre los europeos occidentales, la idea del estado-nacion totalmente delimitado y definido se ha impuesto desde hace dos siglos, cosa que no sucedió entre los eslavos.

En efecto, mientras la República Checa o Eslovaquia surgieron como estado-nación con la Primera Guerra Mundial (1914-1919), la idea de Francia o España como entidades totalmente separadas y exclusivas es mucho más antigua. De ahí que nos sea tan difícil imaginar que entre un francés, un español o un italiano pueda haber habido algo “intermedio” aunque de hecho lo hubo.

 

Borrando pueblos de un plumazo: el caso occitano.

Originalmente, los habitantes de Catalunya en España podían ser agrupados conjuntamente con los de la Provenza francesa, la Romanza suiza y algunas regiones de Italia como hablantes del occitano, cuyas variantes constituyen una zona lingüística intermedia que separa al francés del español y el italiano.

Con el fin de alcanzar la homogeneidad e implantar una conciencia diferenciación frente al vecino, los estados liberales modernos no reconocieron a los occitanos como un pueblo unido por la lengua y la cultura sino como minorías separadas, adscritas a determinada región. Se puede criticar a España por haber buscado integrar las particularidades regionales dentro de una misma identidad española. Sin embargo, España jamás aniquiló la identidad de los catalanes como lo hizo Francia con sus occitanos, cuya lengua prácticamente desaparecióA diferencia del caso occitano, donde el rito religioso era el mismo, en el caso eslavo sobrevive la división entre el rito ortodoxo y el romano, cuyos sus respectivos poderes políticos a lo largo de la historia: Rusia, el Imperio Austriaco o Polonia. De ahí que el carácter intermedio de Ucrania siga vigente.

Una neutralidad necesaria para la paz

Lingüística y culturalmente, es muy probable que los ucranianos se sientan más cercanos a sus vecinos católicos en Eslovaquia y Polonia, pero por cuestión religiosa, se conservan los lazos culturales con la Rusia ortodoxa. Por poner un ejemplo, los ucranianos recuerdan al patriota cosaco Bohdan Khmelnytsky por ser un protector de la fe ortodoxa y por liberar a Ucrania de la monarquía católica de Polonia. Sin embargo, lo reprochan por haber desistido de conservarla independiente y agregarla a la Rusia zarista. En el otro campo, los ucranianos patriotas de la Segunda Guerra Mundial buscaron independizar a Ucrania del dominio ruso pero colaborando con la Alemania de Hitler, algo que resulta mas visto a los ojos de muchos.

La idea de una nación ucraniana, sí bien puede tener orígenes antiguos, se gestó a la par de otros nacionalismos modernos en el Siglo XIX. En esa parte del mundo, el concepto de estado-nación tardó mucho mas tiempo en derrotar a las monarquías ecuménicas como la rusa o la austriaca, que eran unicitarias y pluralistas a la vez.

Con la creación de la Unión Soviética, fueron los burócratas comunistas quiénes dibujaron a la actual Ucrania en un mapa para arropar su colonialismo interno con el disfraz de un gran estado multinacional donde cada república vivía en equidad y realizaba libremente sus aspiraciones nacionales.

Rusia reconoció como independientes a todas las repúblicas ex soviéticas. Por ende, más allá de la idea del estado-nación, habría que reconocer a ucranianos y bielurrusos como pueblos eslavos afines a Rusia en lo cultural y en lo religioso, pero conectados a Europa occidental 

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