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La verdadera ultraderecha. Neoliberalismo e internacionalismo.

Conservadores y derechistas han gobernado en conjunto con la izquierda liberal desde la caída del Muro de Berlín en 1989, convirtiéndose de hecho en un solo partido político mundial, con dos caras.

Por ahí del año 1999, el Presidente Zedillo, en su infame participación en el Foro Económico de Davós, alertó a los usureros internacionales sobre una alianza entre la extrema izquierda y la extrema derecha para “sabotear la globalización”.

Sin embargo, lo que vivimos no es una pugna entre “derechas” e “izquierdas” sino una lucha donde pueblos, sociedades y naciones combaten contra un gobierno mundial que se vale de controles financieros y cúpulas burocráticas para someter a las masas.

Como buenos “herederos” del pensamiento filosófico de la Revolución Francesa, unos y otros dicen defender las libertades individuales y la hermandad mundial. Aún así, no ven en el ser humano otra cosa que no sea valor monetario.

Por tanto, el nacionalismo auténtico no puede ser una vertiente de la “ultraderecha”, pues de poco sirve la defensa de valores religiosos o morales cuando hay injusticias, desigualdad y corrupción.

López Obrador hace un uso constante de la palabra “conservador” para referirse a sus adversarios neoliberales.

Sin embargo, el elitismo de los sectores que se oponen a su mandato bien puede palparse en los textos escritos por los liberales Melchor Ocampo, Miguel Lerdo de Tejada, Valentín Gómez Farías o hasta al propio Benito Juárez.

En ellos encontramos precisamente el clasismo de los burgueses actuales, su amor por la anti cultura norteamericana, su desprecio hacia los indígenas y su apego al individualismo.

¿Quiénes son entonces los conservadores? Los compañeros de viaje de los liberales, aquellos que toman como pretexto la religión y la moral para defender los privilegios de una burguesía que ha repudiado completamente el concepto de patria.

En el libro “Las venas abiertas de América Latina”, el izquierdista Galeano reconoce la conciencia social de Lucas Alamán y otros conservadores mexicanos en su lucha contra el expansionismo capitalista. Desenmascara en todo momento las mentiras del liberalismo.

Sin embargo, el joven Galeano acabó renegando de su nacionalismo izquierdista para convertirse en un furibundo progresista. ¿Por qué? Porque como sucede ahora, los derechistas de su tiempo satanizaron a la juventud que aún conservaba el sentido de la justicia.

Por eso es necesario desmontar las estructuras de explotación del sistema capitalista que convierte a millones de jóvenes en una masa de irresponsables para los cuales no existe otro motivo para vivir que obtener placer sexual, obtenido a costa de todo. El aborto es una prueba de ello.

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