Democracia controlada.

Solo los partidos políticos pueden participar de lleno en elecciones. Para registrar uno nuevo, se requiere acreditar la “afiliación”de miles de ciudadanos recabando información personal.

Además, se requieren cientos de asambleas ante notario público.

En este tema, los partidos políticos existentes ponen las reglas del juego. Sin clientelas ni vínculos con el poder político, registrar un nuevo partido es casi imposible.

Candidaturas independientes. ¿Atole con el dedo?

Ahora se permiten las “candidaturas independientes”. Sin embargo, también deben registrar previamente una asociación civil ante notario y recabar información personal de sus partidarios.

Además, el poco financiamiento que reciben les impide competir con la maquinaria partidista. En la practica, el sistema está diseñado para que las mismas personas nos gobiernen bajo diferentes siglas.

Modelos de derecha e izquierda

Ante el fracaso de las democracias de derecha, la izquierda latinoamericana acuñó el “socialismo del siglo XXI”. Sin embargo, estas “democracias directas” se fundamentan en un viejo modelo de “asambleas” que derivan siempre en odios y confrontaciones.

Las universidades bajo control izquierdista son un ejemplo de cómo este modelo de “democracia” deriva en totalitarismo y violencia.

Calpulocracia e inteligencia colectiva

El pueblo es para los gobernantes una masa despersonalizada. No somos mas que una cifra muerta que les permite evadir su responsabilidad bajo el pretexto de que “una mayoría los respalda”.

Para nosotros, la sociedad es un todo orgánico. Por eso proponemos una soberanía popular basada en la riqueza de cultural de nuestras civilizaciones tradicionales y en la novedosa teoría computacional de sistemas.

Una democracia tecnológica

La meta es un gobierno que integre ideas e inteligencia, no solo cifras y votos. Habremos de sustituir las votaciones constantes, los trámites burocráticos y las arbitrariedades por un gobierno de sentido común.

Ahorrar tiempo implica un ahorro en dinero. Se trata de acabar con la burocracia, eficientar las labores y asumir que una función pública eficaz fomenta el mercado interno.