5 febrero, 2025
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Actualidad

México y la alternativa de los BRICS

Por Juan C. López Lee

Mucho se ha dicho acerca de la probable expulsión de México del TLCAN y los riesgos que esta situación entraña para el futuro de nuestro país y de la economía. Para muchos analistas, la alianza comercial con Estados Unidos ha sido un pivote para el desarrollo del sector automotriz. Sin embargo, el tratado no sirvió para lo que debió haber servido. Por principio de cuentas, la idea de Carlos Salinas era aprovechar la cercanía geográfica con Estados Unidos para traer empresas y para que los productores mexicanos y emprendedores pudiesen enviar sus productos a ese país bajo la premisa de que la mano de obra mexicana es más barata. El proyecto original de Salinas, establecía una apertura escalonada, que permitiría preparar al país para competir, creando un sector empresarial nacional.

Sin embargo, lo que hubo fue un completo abandono de la economía por parte del Estado, qué tras el gobierno de Zedillo, se plegó al liberalismo aperturista más rancio, que hizo de México un país consumidor de manufacturas baratas, productor de nada y exportador de migrantes. Lejos de beneficiar a los mexicanos y fomentar el empleo, el tratado sirvió para que importadores usureros trajeran productos basura procedentes de Asia, que etiquetaban como mexicanos y enviaban a Estados Unidos, aprovechando las ventajas que debieron haber servido para fortalecer a México y no a los asiáticos. Por ende, no deberíamos sorprendernos de que Estados Unidos y Canadá quieren echar a México del TLCAN pues tienen toda la razón en hacerlo.

Ahora bien, sí México quisiera cambiar de alianza comercial o geopolítica, la alternativa de los BRICS aparece como una opción para las potencias emergentes. Se trata de una posibilidad. Sin embargo, la realidad ya nos rebasó y no estamos preparados.

A lo que voy es que Brasil no solo es una potencia por sus recursos naturales sino también porque los explota adecuadamente a través de empresas e industrias. Rusia es una potencia militar. China es el gigante de la producción. Sudáfrica, por su parte, es una potencia regional en África, que enfrenta graves problemas de inseguridad pero que a pesar de eso, ha sabido conservar la planta productiva heredada por el régimen del apartheid. Contrario a lo que se pensaba, las grandes empresas en manos de los blancos no solo no se fueron del país sino que han prosperado gracias a una alianza con los gobiernos sucesores de Mandela. Irán, es un país que se sostiene económicamente a pesar de las sanciones comerciales de Estados Unidos y que ha sabido instruir a sus profesionales en las ingenierías.Egipto, otro integrante de esta alianza, es una potencia en lo que respecta al turismo, que México tampoco ha sabido aprovechar. En cuanto a la India, se trata de un país que supo compensar la falta de un aparato industrial a través de una industria intangible que es la de la computación y es en la India pero también en Pakistán y en Bangladesh, donde podemos encontrar a los mejores programadores del mundo. Estos países podrían convertirse en miembros potenciales del BRICS pero también hay otros prospectos.

Filipinas, por ejemplo, ha sabido compensar la ausencia de industrias pesadas a través de un servicio a cliente telefónico de excelencia que opera para centenares de empresas en todo el mundo. Nigeria es una potencia regional africana con un ejército temible y con una población experta en el uso de computadoras y la reparación de teléfonos celulares. Incluso en América, tenemos naciones como Colombia, con una economía basada en el sector servicios pero muy diversificada. Por el contrario, México es un país sostenido con alfileres, donde el gobierno ejerce una soberanía teórica sobre el territorio nacional gracias a un acuerdo tácito con las mafias del crimen organizado y a la manutención de millones de personas a través de programas sociales destinados a evitar un estallido social.

A lo que voy es que por más criticable que haya sido, el México del PRI antiguo, desde Cárdenas hasta Miguel de la Madrid al menos tenía un proyecto nacional basado en el petróleo, la industrialización de sustitución de importaciones y la creación de una sociedad moderna. El México de Carlos Salinas, por más repulsivo que nos pueda parecer este personaje, también tenía claro hacia dónde iba, pues si bien no pretendía resistirse a la globalización, por lo menos buscaba atemperarla a través de una incorporación de México al mercado internacional que garantizará un mínimo de beneficios para nuestra mano de obra. Ciertamente, López Obrador tenía un proyecto de nación. Sin embargo, al no haber podido amarrar la presidencia en el 2006, su visión de país ya era anacrónica en el 2018 y como consecuencia de la crisis del coronavirus, sus aspiraciones fueron rebasadas por las circunstancias.

El México contemporáneo desde Zedillo hasta nuestros días carece de rumbo y de proyecto nacional y eso es una tristísima realidad. Por ende, abandonar la alianza comercial y geopolítica con Estados Unidos, por más desfavorable que esta pueda ser, resulta descabellado en estos momentos porque no tenemos ninguna base de dónde partir.

En ese momento, la única alternativa es tratar de salvar el TLCAN, desarrollar una estrategia para sustituir las importaciones procedentes de China, cerrar la frontera al contrabando asiático y evitar de este modo, una intervención militar o económica de parte de los Estados Unidos.

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