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23 diciembre, 2024
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Actualidad

¿A dónde vamos, doctora Sheinbaum?

Por Juan C. López Lee

En las pasadas elecciones, la Dra. Sheinbaum ganó holgadamente, no solo en la urna presidencial sino también a nivel parlamentario, donde cuenta con una amplia mayoría.

Sin embargo, no hemos visto que el partido del gobierno, sus cuadros o sus parlamentarios estén tomando en serio el contexto internacional ante la próxima llegada de Donald Trump al poder. Además, no se ve ningún lineamiento claro en la operación de Marcelo Ebrard en la Secretaría de Economía o de la Cancillería mexicana. Además, la propia Presidenta envía mensajes contradictorios a los medios de comunicación. Ella no se define.

Sus mensajes no dan confianza pues por un lado, ella ha declarado que evitará la salida de migrantes desde México a los Estados Unidos pero que no va a cerrar la frontera sur ni va a impedirles el paso a los centroamericanos. ¿Qué quiere decir con esto? ¿Es que acaso pretende que México reciba en su territorio a todos los extranjeros? ¿Pretende darles trabajo? ¿O mantenerlos con el dinero de nuestros impuestos en vista de que ninguno podrá entrar a Estados Unidos?

Lo mismo pasa con el tema de los productos chinos, pues por un lado, ella dice que tiene un plan para sustituir las importaciones de China, lo cual es evidentemente una gran noticia que rompe con el status quo del México “consumidor” de basura plástica importada. Sin embargo, ella no está dispuesta a poner aranceles altos a los chinos ni a poner controles que frenen la corrupción en las aduanas y puertos mexicanos.

A lo que voy, es que tanto Claudia como el resto de las figuras políticas de su partido e incluso de la “oposición” derrotada en realidad están apostando por el status quo. En efecto, ellos quisieran sobrellevar la situación, “monitoreando” a las mafias sin intervenir demasiado y manteniendo la estabilidad del país a través de subsidios y programas sociales con tal de que la gente no proteste ni se una a la delincuencia. Si por ellos fuera, este status quo permanecería para siempre.

Sin embargo, esto ya no es posible con Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos. En efecto, es una desgracia y una tristeza que solo un actor externo y una amenaza proveniente del extranjero haya podido “despertar” a muchos de nuestros líderes de opinión sobre la necesidad de “hacer algo”. Sin embargo, este no es el caso de los políticos del gobierno, que no tienen claro lo que van a hacer.

En efecto, si ellos quieren plantar cara a Donald Trump y oponerse a sus demandas, tendría que existir un plan muy bien hecho, que nos permitiera amarrar alianzas comerciales con otros países para compensar la expulsión de México del TLCAN. En el mejor de los casos, si lo que se busca es una alianza con China o Rusia, México tendría que fortalecer su planta productiva para tener algo que aportar a los BRICS pero eso no ha sucedido. En el otro escenario, qué implica una convergencia de intereses entre México y Trump para reafirmar nuestra alianza con Estados Unidos, ofreciendo nuestra mano de obra para la instalación de fábricas y empresas en nuestro país, México tampoco tiene nada que ofrecer, pues no se le da ninguna facilidad al inversionista ni al empresario.

Lejos de eso, el gobierno apuesta por el hostigamiento a los emprendedores, se opone a la posibilidad de brindarles facilidades tecnológicas y energéticas, e implementa legislaciones laborales absurdas y anacrónicas.

Lo peor de todo esto, es que la política oficial no tiene nada que ofrecer como alternativa. La “opoficción” liberal ciertamente no es mejor que Sheinbaum y esa es una tristísima realidad.

A falta de una fuerza electoral nacionalista o por lo menos, de un partido verdaderamente de derecha, partidario de la identidad nacional y contrario a la agenda 2030, lo único que nos queda es luchar contra esta desde fuera y asumiendo que las únicas variantes y opciones existentes solo se encuentran dentro del partido del régimen, como pasaba en los años setentas.

Frenar la decadencia requiere de conciencia, trabajo y asertividad. Es necesario fundar una nueva fuerza social y electoral que pueda defender la soberanía nacional con dignidad.

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