El sistema se renueva para seguir gobernando
Por primera vez en muchos años, México cuenta con un gobernante con amplia popularidad. A diferencia de la elección del 2006 y el controvertido triunfo de Calderón, el triunfo obradorista fue inobjetable. Las elecciones del 2012 y del 2018 fueron limpias, pero en el 2012, el PAN abandonó a su candidata para allanarle el camino a Peña Nieto. Y en el 2018, el PRI dejó fuera a sus “pesos pesados” para hacer lo propio con AMLO. Es un hecho que las sucesiones presidenciales fueron negociadas para calmar a la población. Pese a la retórica obradorista, prevalece la alianza con las burocracias y las grandes corporaciones. Con AMLO, el sistema ha logrado imponer medidas fiscales y económicas que con Meade o Anaya habrían provocado un estallido social. Además, la agenda globalista avanza a pasos agigantados. El feminismo, la decadencia sexual y la destrucción de la identidad mexicana ha sido elevada a rango de ley Esto se ha traducido en una profunda crisis moral, que se manifiesta en la pérdida creciente del respeto de las personas por si mismas y por los demás.
El Foro de Sao Paulo en México
MORENA surgió de una ruptura en la izquierda. La facción socialdemócrata extranjerizante (integrada por ex comunistas) logró desplazar a los cardenistas. Con MORENA, la izquierda nacional-patriota se refundó pero los poderes fácticos favorables a la agenda globalista se infiltraron. Al igual que en el PRD, el progresismo extranjerizante desplazó al cardenismo y las fuerzas favorables al Foro de Sao Paulo cambiaron de camiseta. Al sentirse desplazados por los sectores globalistas, los obradoristas intentan granjearse el apoyo de los sectores duros del viejo priismo. Las aristocracias obreras y sus millonarios dirigentes vuelven al poder. Se implementan medidas de centralización administrativa que no han logrado reducir el poder de los gobernadores en los estados, y han provocado perjuicios económicos generalizados.
Polarización social por todos lados
Tras las elecciones del 2018, los tecnpocratas del PRI y del PAN se vieron muy mermados. El poder se disputa dentro de MORENA, donde cohabitan la facción cardenista-obradorista y las vertientes de la nueva izquierda globalista encabezadas por Sheinbaum y Ebrard. Para maquillar sus fracturas internas, el obradorismo promueve un linchamiento mediático contra cualquiera que se atreva a criticar al gobierno. Acusan a todos de “prianistas” cuando sus propios líderes vienen del PAN y del PRI. Incapaces de identificar al verdadero enemigo, se resucita a los demonios de la historia oficialista. El anti españolismo es la comedia de todos los días. El indigenismo, en cambio, es adulterado con ideas feministas e igualitaristas propias del mundo moderno. La derecha mexicana, hundida en la mediocridad, abraza un conservadurismo de sacristía y reniega de su patria. Juniors que se sienten estadounidenses o españoles, hacen de las suyas.
Vamos a recuperar nuestro país
El obradorismo, con todos sus defectos, al menos apuesta por una soberanía económica y eso es muy loable. Las refinerías y termoeléctricas pretenden dar al país cierto control sobre sus recursos energéticos ahora que los consorcios multinacionales fomentan las energías limpias. Sin embargo, no podemos tapar el sol con un dedo. El interés del gobierno, que necesita obtener más dinero, prevalece sobre el interés del pueblo. La cultura del emprendimiento, las energías renovables y la creatividad son catalogadas oficialmente como algo negativo, cuando el problema reside en la falta de incentivos para que las nuevas tecnologías se queden en México y no tengan que registrarse en el extranjero. Es difícil, que desde el sistema surjan alternativas reales frente a nuestros problemas. La tarea, es nuestra. Construir un nuevo orden social, político, moral y económico. Creer en nosotros mismos.