Si de algo podemos estar seguros los que ahora sufrimos la crisis del #Covid19 es que la izquierda odia a la clase media.
Sin embargo, la derecha liberal es igual de falsa, pues cualquier empresario pequeño o viajero de placer que alguna vez haya antes intentado ingresar alguna mercancía a nuestro país podrá constatar que las ventajas del libre comercio solo están disponibles para las élites financieras.
A fin de cuentas, las ventajas de la globalización solo existen para los grandes consorcios, quedando las libertades económicas como un privilegio de los ricos y los poderosos en medio de una economía mundial dominada por la República Popular China.
Hablar de China es importante, no solo porque fue ahí donde se inició la crisis del #Covid19 sino porque la China comunista es un ejemplo impune de violación a los derechos humanos.
Además, los chinos son los responsables de haber ahogado la industrialización de los países en vías de desarrollo al haber inundado nuestros mercados con productos basura.
Pero aún reconociendo la responsabilidad que tiene el régimen chino en la presente crisis, la verdadera culpa recae sobre las potencias capitalistas y corporaciones que han trasladado masivamente sus plantas armadoras a China, obteniendo grandes utilidades gracias a la mano de obra esclava en ese país.
Exigir liderazgo a Andrés Manuel López Obrador no convierte a nadie en un saboteador. Mas aún porque el pueblo mexicano le confirió un respaldo social con una mayoría parlamentaria sin precedentes, cuya gestión se ha estancado en medio de la falta de ideas y el burocratismo.
Sin embargo, tampoco seremos los nacionalistas comparsa de una oposición falsa comandada por liberales hipócritas y santurrones derechistas que lloriquean ante la supuesta falta de democracia en Venezuela pero actúan servilmente frente a China, cuyo gobierno es el responsable de que en México ya no se fabriquen juguetes, zapatos o artesanías.
La moneda está en el aire. Si Andrés Manuel López Obrador, Donald Trump, Jair Bolsonaro, Pedro Sanchez en conjunto con el resto de los líderes mundiales prohibieran a sus empresarios manufacturar sus productos en China, bien podríamos ver una luz al final del camino.
Después de todo, México se encuentra amarrado bajo una camisa de fuerza y esta solo se irá si nuestro país traza su propio camino antes los embates de un sistema mundial perverso e inhumano.