Por Juan C. Lopez Lee
Resulta muy ilustrativo que los sectores hegemónicos de la política nacional pretendan jugar la carta de la caridad cristiana y los derechos humanos cuando se habla de migración.
Hoy, incluso los partidos de oposición encabezados por personajes tan desacreditados como Marco y Alito, frecuentemente alardean de su progresismo cuando fustigan al obradorismo por emplear a la Guardia Nacional con el afán de detener a los migrantes en la frontera sur.
La “intelectualidad” del país no se queda atrás. Ahí tenemos entre las voces del progrerío a los igualmente funestos Arturo Sarukhan y Cecilia Soto, que no tienen empacho en colocarse el trapo verde de las abortistas y apoyar la política de la OTAN en Ucrania. Estos dos personajes también hacen apología de la política de fronteras abiertas. Ellos quisieran ver a nuestro país inundado de migrantes, tal como si su seguridad estuviese garantizada o como si México tuviera algo que ofrecer a esas personas, que vienen huyendo de la miseria cuando tenemos un país colapsado y en grave crisis. Esto sin mencionar al Padre Solalinde, cuyas posturas no hacen sino confirmar el hecho de que el progresismo es en realidad, una herejía proveniente del cristianismo y no una teoría conspirativa del marxismo.
Precisamente en el mismo día de la toma de posesión de la Dra. Claudia Sheinbaum como Presidenta de México, pregonada alos cuatro vientos por sectores gobiernistas y opositores como un gran triunfo de “las mujeres”, Aristegui Noticias, entre otros medios, reportó la desaparición de seis jóvenes colombianas en nuestro país.
Estamos hablando de muchachas que probablemente fueron engañadas y traficadas por gente que les prometió un futuro en las pasarelas o en las telenovelas, muy probablemente con el fin de explotarlas sexualmente. Desgraciadamente estas redes suelen pasar desapercibidas en un país cuya alta política frecuentemente utiliza los servicios de edecanes, que previamente han sido atemperadas a través de la adicción a las drogas, que sus explotadores les imponen para poderlas controlar. El caso Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre es el clásico ejemplo.
En algunos casos, cuando la prensa suele reportar las desapariciones o las jóvenes pertenecen a sectores medios o altos de sus países de origen, los traficantes las sueltan a cambio de que no se investigue lo sucedido. Ciertamente esperamos que este sea el caso y que estas hermanas iberoamericanas salgan avantes, para que puedan ser atendidas y repatriadas sin dilación.
Por supuesto que no se trata nada más de tapar la frontera a través de acciones represivas y policiales. Lejos de eso, México requiere de un sistema de controles fronterizos y migratorios que puedan permitir el ingreso y egreso ordenado de personas a territorio nacional.
México debe invertir en el restablecimiento de esta infraestructura que el gobierno de Vicente Fox desmanteló cuando entregó el control de nuestra política migratoria y fronteriza al gobierno de los Estados Unidos en el marco de la lucha antiterrorista y de la ASPAN.
Sheinbaum tendrá que vérselas negras con Trump cuando este asuma la presidencia de los Estados Unidos. Ella tendrá que comprometerse a controlar la frontera, pero el riesgo nuevamente, es que suceda lo que pasa ahora con el narco. Es decir, que solo se busque evitar el ingreso de migrantes hacia Estados Unidos cuando lo esencial es evitar su ingreso a México, del mismo modo en que ahora se intenta evitar que la droga llegue al país del norte pero no se hace nada por evitar el narcomenudeo en nuestro país.