Por Juan C. López Lee
La confusión siempre ha sido una estrategia a cargo del sistema para sembrar la discordia y el desánimo entre los que resistimos. Bien decía Carl Schmitt, que la dualidad amigo-enemigo es esencial en todo régimen político y el obradorismo supo entender muy bien estas cosas.
Para el obradorismo, el enemigo era el PRIAN. Sin embargo, todos los obradoristas vienen del PRIAN. Siguiendo con la conceptualización de Carl Schmitt, el obradorismo pudo librar esa contradicción porque todo enemigo público es político y por ende, los obradoristas podían santificar las relaciones individuales con gente venida del PRI o del PAN bajo la idea de que estas no forman parte del antes mencionada “enemistad”. La familia de los Yunes, al transitar hacia el obradorismo, es absuelta de sus pecados políticos anteriores e incluso de acusaciones mucho más graves, como las que lanza Lydia Cacho y que involucran a pederastia.
Seamos honestos: la última elección terminó con Xóchitl Gálvez recibiendo una verdadera paliza. A Pedro Ferriz nadie le cree lo de su algoritmo. Todo mundo sabía que Claudia iba a ganar.
Las campañas de 2024 fueron una simulación y eso es porque la oposición liberal, republicana y demócrata, hizo exactamente lo que López Obrador esperaba de ellos:
- Ser “orgullosamente prianistas” con todo el descrédito que eso entraña.
- Defender la corrupción del pasado.
- Ponerse al servicio de la burocracia judicial.
- Equiparar la democracia a un gobierno de minorías contra la mayoría.
- Convertirse en vocera de anarquistas, feministas, inmigrantes y gobiernos extranjeros.
Está claro que López Obrador quería una oposición a modo, pero no a tal grado y esto es porque sin una oposición, el gobierno difícilmente podrá justificarse como una opción de izquierda o contestataria.
La táctica de López Obrador, que trata de configurar un enemigo “conservador” netamente mental e imaginario, también está destinada al fracaso porque se dirige contra sus propios votantes, que son en su mayoría católicos conservadores y no contra sus opositores, que son preponderantemente “progres” y de izquierda. Así que en este contexto, nos encontramos en un punto muerto.
Lo peligroso del momento actual es que ante la inexistencia de una oposición electoral, el régimen busca operar a través de acciones de bandera falsa para legitimarse.
¿Por qué me tentáis, fariseos hipócritas?
En los últimos días, las redes del Frente Nacionalista de México han recibido mensajes a cargo de bots, que publican con nombres de mujer e imágenes indecentes provenientes de su mundo de la pornografía, y donde se nos llama a encabezar el derrocamiento de López Obrador.
Estos perfiles tienen por objeto hacer caer a los incautos en algún arrebato de violencia que pueda servir a los periodistas para justificar la ilegalización del Frente Nacionalista de México y otras organizaciones que verdaderamente combatimos el sistema.
Eso es porque a diferencia de las multimillonarias fuerzas del progrerío, los nacionalistas no tenemos recursos y aún así constituimos la única vertiente política totalmente contraria a todo lo que existe. El sistema sabe que nosotros sí somos un enemigo peligroso por nuestra ideología.
De ahí que ellos estén intentando ponernos una trampa y en esto se parecen mucho a los fariseos, que a través de engaños, quisieron forzar a Cristo a declararse contra el César para justificar una acción represiva del colonialismo romano contra la Palestina ocupada de entonces.
No obstante, los fariseos eran una disidencia controlada. Su hipocresía salió a flote y por eso el artista belga Jakob Jordaens los retrata como lo que son: unos dos caras. A diferencia de la falsa oposición, los nacionalistas sabemos que nuestra lucha no es contra un gobierno ni contra una persona sino contra un aparato político e ideológico.
Nosotros estamos en contra de la República liberal, ya sea en su versión de derecha o izquierda. Nosotros queremos un imperio y por ende somos ajenos a las disputas partidistas.
¿POR QUÉ ENTONCES ME TENTÁIS, HIPÓCRITAS?