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16 octubre, 2024
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Victoriano Huerta, el general que engañó a los gringos.

Para febrero de 1913, el gobierno de Madero era rechazado por revolucionarios, porfiristas, militares y diplomáticos. Unos lo acusaban de no acceder a las ocupaciones de tierras por parte de los zapatistas. Otros de ofender a las fuerzas armadas.

Su hermano Gustavo lo manipulaba en conjunto con Pino Suárez y otros personajes con pésima reputación. Espiritista y estrafalario, Madero llegó al poder con apoyo de Wall Street, instancia a la cual después se enfrentó una vez que se negó a cumplir sus compromisos como después lo haría Victoriano Huerta.

Como bien lo dijo Pascual Orozco, fueron los estadounidenses los que financiaron su expedición contra Porfirio Díaz esperando obtener de él las concesiones que el gigante de Tuxtepec no les otorgó.

El espíritu idealista de Madero, explotado una y otra vez por derechas e izquierdas, debe ser rescatado. Nunca accedió a cerrar ferrocarriles, mantuvo la misma política exterior del Porfiriato e impulsó el emprendimiento. Estados Unidos planeaba una segunda ocupación de nuestro país por ese motivo.

Como actor secundario estaba Félix Diaz, un hombre mediocre y sin talento que jamás pudo asemejarse a su tío. Don Porfirio lo consideraba un mal sucesor desde el principio. Sus compañeros lo rechazaban.

La Decena Trágica se gestó en este mar de confusiones, traiciones e intrigas donde la historia oficialista culpa de todo a un solo hombre, el Gral. Victoriano Huerta.

Huerta conocía las intenciones de Estados Unidos de ocupar el país si Madero no renunciaba. El entendía que la rebelión de Félix Díaz iba condenada al fracaso. Conocía también los motivos por los cuales el Gral. Reyes fue sacrificado por los propios sublevados.

Fue deseo de Washington que Félix Díaz asumiera el poder una vez que Madero fuese derrocado pero el levantamiento de la Ciudadela estuvo plagado de errores.

Para ese entonces era mas que obvio que Madero nunca entraría en razón. No tenía apoyo del Ejército ni de los revolucionarios. Sus partidarios estaban peleando entre si. El aparato maderista era incapaz de hacer frente a un conflicto internacional.

Solo el concurso de Huerta con los sublevados podía llevar el alazamiento a buen termino y evitar una segunda invasión extranjera.

Curiosamente, este sanguinario militar de origen huichol fue el segundo gobernante de sangre indígena en la época republicana. De igual manera, fue el segundo jalisciense en acceder a la Presidencia de la República.

La jugada maestra de Huerta consistió en engañarlos a todos. Lejos de ceder el poder a Felix Diaz, el nuevo gobierno lo expulsó del país. Huerta olvidó el interinato y se plantó en la silla suponiendo que los Estados Unidos se olvidarían del tema, pero eso no ocurrió.

Al poco tiempo el embajador Henry Lane Wilson, fue degradado por su gobierno al haber incumplido su misión. La nueva administración determinó que la invasión militar ocurriría de todos modos.

En México, Victoriano Huerta estableció por primera vez una comisión para la reforma agraria. Recibió el apoyo del Gral. Pascual Orozco, antiguo jefe revolucionario. Y sacó del poder a los llamados “científicos”.

Inepto como gobernante, sanguinario como militar y sin habilidades políticas, Victoriano Huerta dista mucho de ser un traidor a la patria. Mas aún, debió pasar a la historia como el hombre que valerosamente se opuso a la ocupación de México.

No se debe ocultar la verdad. Fueron los soldados huertistas quienes combatieron a los ocupantes marines en Veracruz mientras los infelices revolucionarios de Venustiano Carranza saboteaban la defensa de la patria.

Mas aún, con el triunfo de Carranza, la tierra no fue dada en propiedad a las familias campesinas como lo solicitaba el Plan de Ayala.

Por el contrario, se constituyeron koijoses que convirtieron al gobierno federal en dueño de la tierra. De esta manera, millones de personas se transformaron en vasallos dependientes del PRI gobierno.

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